CRUCE DE CAMINOS
Aspiró la última calada. Estampó la colilla contra el
cenicero. Uno... dos ... tres... segundos con la mirada perdida en la nada. Y
entonces me miró.
Aquella tarde me contó que sentía que su vida no tenía
sentido; que era un cruce sin indicaciones y no sabía para dónde tirar (ni si
le quedaba gasolina).
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Mil abzs!