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Mostrando entradas de abril, 2013

VENTANAS

En el alféizar de la ventana descansan mis zapatos. Fuera se escucha el bote de un balón, la reminiscencia de mi infancia proyectada sobre una pequeña escuela.  Siete macetas. No, nueve. Un par de visillos de metro ochenta. Un armario. Vasijas de Talavera sobre una estantería. Una televisión y el rostro de una vedette que anuncia el comienzo del programa. La mesa recién puesta. Para uno. La luz prendida en una pequeña lamparilla junto al revistero. Una mujer. Pelo gris. Cadera ancha y pechos cansados tras amamantar cuatro hijos y dejar que de ellos se colgara un marido que la abandonó cinco años después. Como en un viejo teatro de postguerra alguien corre el telón carcomido por las polillas y el humo de cigarro. A este lado de la persiana se acabó el espectáculo. Nada de soledad, nada de pastillas para dormir ni de nietos que no recuerdan que ayer fue su cumpleaños. Hace días que no la veo. Ya no se asoma y finge que yo no estoy mientras le habla al fantasma de su  hermano P

EL HOMBRE GRIS

¿Sabes? A veces me pregunto que sería de mí si tú no te hubieras marchado, si no me hubieras cerrado las piernas aquella noche, si las acciones no hubieran aumentado. A veces me imagino llegando a la oficina en bus, cruzando cual kamikaze la Castellana, compartiendo contigo un helado y riéndonos juntos a carcajadas cuando la fresa te caiga por la barbilla. No siempre me ocurre, pero sí es cierto que hay veces en que se me resbala sin querer de los labios tu slowly  y recuerdo cuando hacíamos el amor y regaba tu cuerpo con mi saliva.  Y entonces recuerdo quién soy y que no son las personas sino el mercado quien que me interesa.

SOBRE LA CAMA

Ni siquiera fue por sus rodillas o sus pechos con olor a limón. La mayor parte del tiempo ignoraba sus extensos escotes y hasta le molestaban sobremanera sus carcajadas. Nunca le pareció tan sexy aquel pequeño lunar sobre el labio, y no entendía por qué le hacía creer a todos que antes de llegar al bufete había sido bailarina en un cabaret. Echado sobre la cama que le vio nacer, llora desconsolado. La misma cama en que se dejaron morir primero, su madre, y ahora, su mujer.