A veces me enamoro

Harta del dos por uno, cogió su libreta. Sumando el total y dividiendo a partes iguales para calcular el tanto por ciento final...  Pero por más que lo intentaba, que repasaba las operaciones, no le salían las cuentas.  Si los de veinte al final salen ranas, y los príncipes de treinta viven ahogados por el estrés. ¿Qué queda de resto en este problema?   Los de cuarenta mirándote el escote mientras tú te muerdes los labios para no explotar.

Donde más me gusta recordarte es de frente a la ventana, camino de ninguna parte. El tráfico. Los rostros. Cualquier reflejo me es ajeno. Esa bolsa del Carrefour que vaga por las calles en busca de un poste que la retenga y le aleje del viento, o  las largas carreteras y los paisajes de campos de color.  Marrón. Verde. Amarillo. Un pueblo. Marrón. Verde. Amarillo. Un bus toma la circunvalación hasta la autovía. Me quedo con ese tiempo en que nadie pregunta nada. En que puedo perderme en las nubes y susurrar una vieja canción.

- ¿En quién piensas cuando no piensas en nada? - En ti. - Pero yo te quiero. - ... - Porque eres dulce. - Debí decírtelo. - ... - Soy azucarada.