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Mostrando entradas de diciembre, 2015

DEL OTRO LADO

Hoy que todos se aman, que no queda espacio para el silencio y el ayuno, siento más que nunca la necesidad de desaparecer. Junto a la puerta: seis botellas de leche. El aviso de que bajo la niebla todo permanece. Puede que soplaras con fuerza, pero esta casa no es de palillos, cerda . El lobo con piel de cordero me recuerd a que pese a que me haga la entera, mi respiración aún se entrecorta ante su aliento. Ya debería saberlo: la familia es la institución social más tenebrosa que existe.  Mi cartón ha perdido los números. Mis caderas se me antojan más gruesas de lo que en realidad son. El Euromillón tocó en mi barrio el verano que no estaba en casa. Todos pronuncian su nombre como un triunfador. Mi abuela ya no me convida a chocolate. Todos saben que marché. Nadie pregunta nada. Las paredes de esta casa continúan impregnadas de su olor. Él siempre gana. La pantalla de mi moderno smarthphone repiquetea. De fondo sopla Bill Evans.  Cuando once años después me prometiste que s

MUÉRETE

Las nubes han entrado a golpe de butrón en mi corazón, y de nada sirve que afuera el sol caliente o que la tele anuncie para esta semana anticiclón.   Mi cuerpo lleva semanas explosionando. Meses. Pero como suele ser habitual en mí, he achacado sus sacudidas a cuestiones externas, casi meteorológicas, como si no fuera conmigo la cosa.   Que ayer fuera incapaz de conciliar el sueño es sólo la punta del iceberg. Fue precisamente eso, mi incomodidad en la postura, quien me recordó que hace ya un par de meses planeé una huida: escapar de la ciudad, escapar un poco de mí y mi montón de planes impostergables. El resto, como siempre, es historia, porque mi agenda, repleta y mi autoexigencia son expertos en hacer traspapelar pasajes entre montones de libros y las hojas de mi calendario de pared.   Ser capaz de verlo, de reconocerme como abusadora de este cuerpo mío, instrumentalizadora de su energía, y responsable de la mordaza que calla mis necesidades, no es fácil para mí, y