A veces me enamoro

Hace un par de meses no quiso ir a la huelga, incluso ridiculizó a quien prefirió quedarse en casa y expresar su protesta. Hoy, tras tres años en la empresa le han dado las gracias y le han invitado a no regresar más. Tendrá que coserse una falda de vuelo con su expirado contrato indefinido y comprarse unos tacones con el finiquito y la indemnización. Hoy baila el baile de los que sobran . Un baile para el que no hay pareja. Que la suerte te acompañe, K.

Delgada, menuda, con la boca apretada de piñón, se acaricia el pelo mientras piensa: "encantada de conocerme".

Me pides que te piense (más), amor, eso es imposible. Mira que ya, por falta de tiempo, hasta te sueño.

Me pides que te piense (más), amor, eso es imposible. Mira que ya, por falta de tiempo, hasta te sueño.

Toma el lienzo blanco, inmaculado, virgen y prehistórico. Dibuja en él tempestades, nubarrones de polvo de asfalto, asfixias tras una carrera, dolores de estómago, temblor de rodillas, celos irrefrenables que conducen a la nada, el tren del último domingo que se marcha hasta la próxima mañana abandonándole en el andén. Piensa en tempestades, nubarrones, asfixias, dolores, temblores, trenes que dejan atrás su estación cuando la nombras a ella.

Ni estirándolo como un chicle, ni pasando los fines de semana en el hogar familiar me llega el sueldo a mitad de mes siquiera.  Vestida con un polo gris tres veces mi talla, paseo mis pequeños pies y 1.000 octavillas de descuento por el barrio de los hombres y mujeres de éxito de este podrido país. Observo dónde se cortan el pelo, dónde toman café y dónde encierran a otros -que no son ricos- para aumentar una riqueza virtual que no rozará ni lo más mínimo su remuneración de mileurista. Siento lástima por ellos, ya son las siete y siguen encerrados en su cubículo. Como decía, la flagrante licenciada en Periodismo, cuyo padre se pavonea entre sus compañeros de bocadillo por su profesionalidad, y además, recién titulada en estudios de Postgrado, se encuentra recorriendo un manzana y ofreciendo amablemente una riquísima cena por 8 euros, cuando una niña de papá se acerca a ella y le comenta que viene de la Agencia de Publicidad. “¿Cómo te va?, ¿La gente se para?”. Estúpida, pienso, habé