PERMISO PARA ATERRIZAR
Desde las calles donde nunca pasa nada, donde he comprendido que la poesía me sale de los nudos en la garganta, mientras espero impaciente una llamada y tú cruzas el umbral de un arco de seguridad que me dibujará una sonrisa mañana, sin saber bien hacia dónde va ese avión si es que te traía o te llevaba, sólo pienso en el billete para dos que sacamos hace 377 días para las Bahamas, y en que aún delgada y con el pelo a lo garçon atrayendo mil hombres a mi cama, yo no sería feliz ni fuerte, ni resolutiva, ni nada, porque no es eso lo quiero, te quiero a ti sonriente por la tarde y de mala gana en la mañana (así que no me falles, terminal 3, vuelo 6537 destino, mi almohada).