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Mostrando entradas de julio, 2011

PERMISO PARA ATERRIZAR

Desde las calles donde nunca pasa nada, donde he comprendido que la poesía me sale de los nudos en la garganta, mientras espero impaciente una llamada y tú cruzas el umbral de un arco de seguridad que me dibujará una sonrisa mañana, sin saber bien hacia dónde va ese avión si es que te traía o te llevaba, sólo pienso en el billete para dos que sacamos hace 377 días para las Bahamas, y en que aún delgada y con el pelo a lo garçon atrayendo mil hombres a mi cama, yo no sería feliz ni fuerte, ni resolutiva, ni nada, porque no es eso lo quiero, te quiero a ti sonriente por la tarde y de mala gana en la mañana (así que no me falles, terminal 3, vuelo 6537 destino, mi almohada).

TRASQUILÓN

Y a la salida del trabajo tuve que correr a la peluquería, porque la soberbia con que cortaste mi esperanza el jueves anterior, me dejó un trasquilón junto a la oreja izquierda.

LO SIENTO NO PUEDO EVITARLO

Llámenme soberbia, prepotente e intolerante, no seré yo quien les quite la razón. Cada día me cuesta más poner cara de atención cuando siento que quien tengo delante sólo escupe estupideces. Paso más horas con gente superficial que dentro de mi cama y eso acaba por quemar a cualquiera – por muy ignífuga que se crea una -.