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Mostrando entradas de noviembre, 2011

AMBIVALENCIAS URBANAS

Masca chicle como si le fuera la vida en ello, apretando su par de filas de dientes con rabia. Rabia, como un árabe tunecino o un senegalés en Francia. Como suele ser habitual en ella, acaba de escribir las palabras más dulces de la mañana -habitual-. Sin embargo, al salir a la calle masca chicle como si le fuera la vida en ello, apretando su par de filas de dientes con rabia. Rabia, como si de un árabe tunecino o un senegalés en Francia se tratara. -¿Por qué me odio tanto?- piensa. Salta la barrera en el Metro. Empuja para colarse en el tren. Mira con asco al hombre exageradamente alto y fuerte que le golpeó accidentalmente en la vía. Esta mañana odia también a toda la Humanidad. Ser o no ser. Expectativas o realidad. ¿Es la madre de familia candorosa o la profesional independiente e inflexible? ¿La afectiva y generosa o la que no necesita nada ni a nadie para sobrevivir? Es o no es, así, sin términos medios, ¿lo es?, ¿es todo o no es nada?

SOBRE BATALLAS Y GUERRAS

La palabra es el peor arma, va directa y sin remedio al corazón. No fui yo quien cortó las flores y las sirvió en la mesa con cuchillo y tenedor. No fui yo quien dejó la puerta abierta ni quien empujó al gato hacia un destino incierto escaleras abajo. Las tuberías del baño, las migas en la mesa y los recibos sin pagar, no son tampoco mis faltas ni mis vástagos. Soldados aguerridos tumbaron mis defensas y me condenaron en el pasado a la culpa y el olvido, pero esta vez no, puede que haya perdido batallas pero jamás perderé esta guerra.

LA MIRADA DE LOS OTROS

Un descuido en el baño de un hotel puede acabar en una sentencia definitoria. Cada uno al final cumple con sus expectativas. Y si no, es igual, ellos se ocuparan de que así sea. ”Esfera grande, correa flexible pero rotunda, sin lugar a dudas, el reloj de un marinero”. Un descuido en el baño de un hotel puede acabar en una sentencia definitoria. ¿Es posible romper con el mazo, la mesa de madera y el jurado popular? ¿Hacer una reestructuración y mandar al desempleo a jueces, abogados defensores y fiscales? Cuanto más camino más me duelen los pies, pero también he aprendido a sortear meandros, fieras en el bosque y violadores en las calles oscuras del sur. Sin embargo, aún no he sido capaz de acabar con ellas o de al menos, desoírlas. Las expectativas ajenas, ésas que nos recuerdan cada día quienes no somos o qué nunca llegaremos a alcanzar. Sería maravilloso, por una vez ser reconocida por fin por lo que una misma es. Y que eso fuera suficiente.