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Mostrando entradas de junio, 2013

NAÚSEAS

Hace tiempo leí -en un artículo de Rosa Montero en El País- una cita de Alejandro Gándara que me pareció tan cierta, que decidí apuntarla para el futuro. "El mal de amores es como marearse en un barco: Todos se ríen de ti pero tú te sientes morir". Hoy me han vuelto las náuseas

FINALES

A veces vivimos historias cuyo final intuimos, y ni con esas somos lo suficientemente valientes para decir adiós. A todos nos fastidia sobremanera que nos cuenten el final. El final de un libro o una película, por ejemplo. Por eso cuando escuchamos el título en cuestión, tratamos de hacer oídos sordos y damos la voz de alarma: "eh, cuidado, que yo no lo he leído/visto ¡y me gustaría hacerlo!" .  La mayoría de las veces, sin embargo, esto resultará cuanto menos ineficaz. El larguirucho de gafas y cara de intelectual se acercará al corrillo y tras un  "anda, ¿habláis de este libro?, ¡qué bueno!", comentará el tan logrado final y cómo afortunadamente la chica se salva de pagar la hipoteca. O puede que una tarde de viernes, ese día en que sales antes de trabajar, ya medio adormilada ante la televisión, escuches a los tertulianos, creyentes fervientes de su capacidad censuradora de detalles, desgranar poco a poco el argumento de esa película, desvelando momentos

INSPIRACIÓN

He perdido mi inspiración. Se ha largado sin avisarme 15 días antes como estipula nuestro contrato.  Igual ha cogido toalla y bañador y se ha ido a la playa, o puede que se fuera por el desagüe detrás de mi alianza matrimonial.   Voy tirando con lo que me dejó, algunos garabatos e ideas sueltas escritas en una libreta, pero pronto también ellas se me quedarán cortas.  No la culpo, ahora bien recuerdo que me lo avisó: "Tienes la cabeza en otra parte, ¡céntrate, pequeña!". Puede que ésa sea la causa de mi despiste, aunque sospecho que la muy pájara se quedó durmiendo en tu cama, cuando me marché. Ahora hace trampas y tan sólo me manda soplos que hablan de ti.

FÍCHAME

Su problema era que lo quería todo.  No se puede estar en Primera, clasificarse para la Champions League y pretender jugar amistosos los fines de semana con equipos de Tercera. Esta crack no se vende a cualquier equipo, así que decídete y hazme una buena oferta .

DOMINGOS

El domingo es siempre tierra extraña. Fuego enemigo. El espacio justo entre trinchera y trinchera. Nati y yo nos conocimos un domingo. Ella llevaba el vestido a rayas verdes y azules que se compró en Bahía. Yo, el chándal aún manchado de pintura. La soledad nos pegó una patada en el culo a la misma hora y acabamos cruzándonos miradas en el kiosco de la plaza. Treinta minutos después ya sabía el nombre de su madre y por qué se había marchado de Oviedo. Al día siguiente volvimos a vernos en la panadería. Al otro, en el centro social, y tras un mes no había pasado un día sin que nos encontráramos. Nunca nos llamábamos o acordábamos una cita, simplemente ocurría y esa espontaneidad hacía mágico cada momento. "Ese vestido tuyo de rayas te hace unas caderas enormes", le dije las primeras navidades que pasamos juntas. Me sonrío y entrecortada por la risa que se le colaba en las mejillas y le hacía ruborizarse, me contestó: "Lo sé, cari, pero no puedes imaginarte

ODIO

Todos hablan de ti. Las paredes de esta habitación, las hojas sobre la mesa, los amigos, aunque estén callados.  Sé que has estado aquí porque te huelo. Y odio haber cruzado el pasillo en 65 pasos, como hacías tú. Notar tu calor, tus historias en sus pupilas. Pensar que unos minutos antes podríamos habernos cruzado en la escalera. Odio no haber quedado contigo una hora antes. Haber caminado con prisa hasta este punto. No haberte cogido del brazo, reído nerviosa y pelliscarte. Sentirte tan lejos, sentirte de otros que rieron contigo.  Odio sentir el amor a mi alrededor y que jamás me roce.