Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2013

PAREJAS EMPALAGOSAS

Las parejas empalagosas se identifican rápidamente porque transpiran amor. Quizá por ello no pueden despegarse. Parejas hay muchas. A unas les gusta pasear su amor cogidos de la mano, mientras otras se emborrachan en un bar. A la misma hora, a tres kilómetros de ese lugar se intuye una mueca, que acto seguido se convertirá en el principio de una discusión. Y durante todo esto, dos cuerpos sudan ajenos a las borrascas y anticiclones de estos corazones alejados, en su propio mapa del tiempo, la cama. Escenas acarameladas hemos protagonizado todas y todos. Sin embargo, existe una gran diferencia entre las parejas empalagosas y las que no lo son. Las primeras se identifican rápidamente porque transpiran amor. Quizá por ello no puedan despegarse. Puede que su cariño, a base de concentrarse, haya acabado por convertirse en algo así como la exudación, e irremediablemente han quedado atrapados en el mismo cerco de sudor. La única forma de poner fin a esta costumbre, es el cambio de cam

ME FUI

Hubo un tiempo en que yo notaba cuando una mirada no me era esquiva. Es más, me buscaba, y yo intuía que lo único que deseaba era acabar la noche conmigo. Algo así como un servicio GPS que me guiaba desde el punto inicial, el de la seducción, hasta el punto final, nuestro destino: el rincón menos concurrido del bar, generalmente junto a los baños.  No necesitaba rituales, adornos, ni que me regalaran los oídos, sabía anticiparme a todos ellos. Quizá por eso mis encuentros raramente se convertían en citas a la semana siguiente.  Mis movimientos rápidos y directos, dejaban a aquellos hombres postadolescentes tan perplejos, que no se planteaban si quiera que yo pudiera querer algo más. Y seguramente estaban en lo cierto.  El sábado sentí una sonrisa cascabeleando que no me marchara. Presentí estómagos nerviosos y ganas de emborracharme y sacarme a bailar. "¿Te marchas tan pronto? ¿Ni si quiera una copa más?". Puede que haya perdido la inocencia o que mi kilometraj

CORAZÓN EN LA GARGANTA

No sé frenar. No sé frenar si no es contra un muro. Y mi pie derecho parece pegado al acelerador.  Veinte, cuarenta, sesenta, hasta a ochenta por hora corren mis emociones en poblado. Y no sé qué hacer, no sé cómo controlar esta tendencia suicida. Tengo el chasis abollado de chocar una y otra vez contra tus palabras. Soy la voyeur de tus sueños con otra. Tú que sigues follándote su recuerdo mientras yo lucho para que no te conviertas en el cáncer de mi corazón. Tengo el corazón en la garganta. Amenaza con saltar, pero yo no le culpo.