JAULAS DE ORO
Durante meses barnizamos barrotes. Construí un precioso columpio y en ocasiones, llegué incluso a creer que acabaríamos compartiendo un mullido nidito con vistas a un patio interior. Cacé moscas para ti cuando el alpiste escaseaba y si el calor apretaba, siempre era yo la que cedía su agua para el baño. "Puedes marcharte si quieres, pero nos reencontraremos, lo sabes, no puedo vivir sin ti, no podrás olvidarme". Cada noche despertaba enganchada a tus palabras, ciega y convencida de que lejos de tu comedero jamás podría vivir. Con el tiempo conseguí salir de aquella jaula -escapar de ti- y descubrir que no es oro todo lo que reluce. - Si te vas no vas a conseguir a nadie como yo. Ahora lo sé. - Ésa es la idea.