PAREJAS EMPALAGOSAS

Las parejas empalagosas se identifican rápidamente porque transpiran amor. Quizá por ello no pueden despegarse.

Parejas hay muchas. A unas les gusta pasear su amor cogidos de la mano, mientras otras se emborrachan en un bar. A la misma hora, a tres kilómetros de ese lugar se intuye una mueca, que acto seguido se convertirá en el principio de una discusión. Y durante todo esto, dos cuerpos sudan ajenos a las borrascas y anticiclones de estos corazones alejados, en su propio mapa del tiempo, la cama.

Escenas acarameladas hemos protagonizado todas y todos. Sin embargo, existe una gran diferencia entre las parejas empalagosas y las que no lo son. Las primeras se identifican rápidamente porque transpiran amor. Quizá por ello no puedan despegarse. Puede que su cariño, a base de concentrarse, haya acabado por convertirse en algo así como la exudación, e irremediablemente han quedado atrapados en el mismo cerco de sudor. La única forma de poner fin a esta costumbre, es el cambio de camisa.

Yo, personalmente, no creo en este tipo de amor, por la ley universal de que en verano un cuerpo más en una cama pequeña da siempre calor. Sin embargo las respeto, algo que sus besos interminables en la mesa de una terraza ocupada por tres, no hacen conmigo.

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