BASURAS
"Tienes un poco de madre –me dice-, ya te caché". Lo cierto es que sí, así me han educado.
Nunca sentí el aliento de mi hermano mayor sobre la nunca en momentos complicados, no me cogió de la mano al resbalar, no me defendió ante los matones del cole.
La hermana pequeña cuidaba al grande, le hacía la comida, le limpiaba la casa, lo organizaba todo. Y así he resultado. “Vamos a dormir, que mañana trabajas y te levantas temprano”. Toque de madre, apago la televisión.
Hoy soy una periodista indocumentada en un país que me huele poco a Liberté, Égalité, Fraternité y mucho a segregación social. En definitiva, una gran metrópoli más. Pocos blancos se ven en ciertas líneas de autobús y el Metro es una mezcla explosiva de hombres de nariz larga y traje de chaqueta, nigerianos de camisas anchas y asiáticas que comen alas de pollo en el vagón sin importarles la mirada atónita de quien le observa.
Como cada tarde, ayer, preparé la bolsa con los utensilios necesarios (libreta, boli, botella de agua y un “un ticket s'il vous plaît”) y salí a la calle. Sin embargo, antes, quise hacer de invitada modelo y baje la basura que hacia días gritaba desconsolada que por favor, la liberara del estrecho cubo de la cocina.
Feliz abrí la puerta, baje las escaleras y me dirigí al cuarto de basuras. Entré, dejé la bolsa sobre el contenedor y me giré de nuevo hacia la puerta. Estaba cerrada. Y por más que busqué no había atisbo de manillar con el que abrir desde dentro. Definitivamente me había quedado encerrada en un cubículo de dos por uno y medio que olía a muerto. "¿En francés también se grita socorro?", pensé, y la sola idea de empezar a gritar ”s'il vous plaît, s'il vous plaît” me pareció tan ridícula que se me escapó una carcajada.
Ya había comenzado a escudriñar la posibilidad de saltar un muro contiguo cuando por fortuna, mi mente se puso en marcha en la dirección adecuada. Pronto recordé que en el llavero colgaba una llave que no habíamos usado ni para el portal, ni para el buzón, así que probar con ella no me pareció tan descabellado. Y voila! Conseguir salir de aquel agujero.
A veces ser una madre sin hijos no es tan malo. Cuando la supervivencia de tus pequeños imaginarios está en peligro, tu cerebro es capaz de hallar en menos de 30 segundos la manera de sacarte del apuro rápido y limpiamente.
Comentarios
Eres toda una madraza.
Cuánto simbolismo, no Eme? Es la madre que llevamos dentro la que nos saca adelante, eso sin dudas.
Un baiser! (jaja)
Gracias, prometeo!
Besoooooooooos, mil!
Nunca está de más tener ese instinto de madre y de supervivencia, se echa mano de él en los momentos que menos se espera. ;)