AMENAZA DE TORMENTA

Me siento agotada por su terrible peso. El de sus besos no dados, sus no-caricias de espinas, su aliento agitado y sucio, su recuerdo imposible de olvidar.

Y ya no sueño, sólo corro, nerviosa, cada noche entre los árboles de un oscuro y espeso bosque. Me curo y rasgo al mismo tiempo y me resulta imposible parar esta sangre que a ratos me da vida y a ratos me consume.

¿Cuál es la salida? ¿Es posible descansar, conquistar el silencio y vivir en paz, sin tanto grito interno, tanta pelea, y tanta mierda fuera, oculta bajo las alfombras de tantos, de tontos, de los tuyos?

Quisiera saber, y sobre todo, quisiera creer, pero esta tarde, las nubes amenazan tormenta.

Otra vez.

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