MARCHARSE

Todo es tan artificial. Las sonrisas. Los méritos. Esa costumbre de preguntar qué tal sin esperar respuesta alguna.

En la habitación reina el silencio. Las palabras viajan de un tabique a otro sobre mí, sin apenas rozar el campo de acción que pueden abarcar mis brazos. A ratos lo intento. A ratos me frustro y entiendo que es mejor caminar, salir de esta cuadrícula y respirar profundo.

No entiendo en qué momento el cuadro de mandos viró y la escena cambió dejando caer sobre el suelo telones y decorados. Me pregunto "¿Qué hago aquí?", "¿Debería estar en este lugar o en otro lado?" y no hallo respuesta a esta cantinela diaria que amenaza con enquistarse.

Quizá todo sería más fácil si me marchara. Quizá marcharme es la última parada y aún quedan montañas que subir y bajar, subir y bajar, subir y bajar, subir y bajar. 

Quizá huir sería lo más fácil para todos, pero no sería justo para mí.

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