ADIÓS
Esta casa está podrida. Las maderas ya huelen y la humedad amenaza tormenta, derrumbamiento.
Retomo mi viejo diario para escribir las últimas palabras de este episodio tedioso y hostil. Nunca más me haré fuerte en un pequeño agujero donde no se me quiere. Nunca más me convenceré de que debo demostrar que estoy por encima de nada o de nadie. Nunca más dejaré que me pisoteen aunque sea en silencio y cada vez que me vuelvo o abandono el cuarto.
La humildad y la grandeza no son producto del trabajo ni quedan ancladas a los muebles o paredes de una habitación. La humildad y la grandeza desaparecen y vendrán conmigo allá donde en verdad me quieran.
No volveré a permitir que ningún ser mezquino me dañe en lo más mínimo. No volveré a esta casa.
La veré caer desde la distancia.
Adiós.
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