VENTANAS II

En el alféizar de la ventana descansan mis zapatos. 

Fuera se escucha el bote de un balón, la reminiscencia de mi infancia proyectada sobre una pequeña escuela. 
Hace días que no la veo. Ya no se asoma a saludar ni a presumir de vestido los domingos. Tengo miedo de que la ventana haya dejado de ser para ella lo que es para mí: el acceso al mundo y a los demás. Temo que al no poder observarla me sienta sola en esta ciudad.

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