TURISTAS

Abril devora las ciudades como las grúas y ladrillos borran del mapa viejos parajes y campos.

Centenares de personas agrupadas en decenas, en cuatro o dos unidades, caminan al unísono bajo el sol beligerante de la Plaza de Oriente. Curiosamente yo que resido aquí, me siento más viajante o extranjera que estos grupos homogéneos de Canon EOS 5D y botella de agua. Con gran facilidad dibujan una amalgama de recorridos entre sus cuerpos. Tratan de de captarme, se abren y cierran, se desplazan en diagonal y también de izquierda a derecha. Yo les esquivo con desgana y escondo mi soledad al final de la mochila porque no quiero sentirme parte en ellos. Prefiero caminar al ritmo de mi corazón, al ritmo que me marca, evitando laberintos y masas. Como en su día escribió Octavio Paz "las vacaciones modernas [...] [son] individuales y estériles como el mundo que las ha inventado" *.

Pensando en ello salgo de Plaza de España y me adentro en la realidad: una de esas calles jamás pisada por turistas.


[* Octavio Paz en El laberinto de la soledad]

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