SOBRE LA CAMA
Ni siquiera fue por sus rodillas o sus pechos con olor a limón. La mayor parte del tiempo ignoraba sus extensos escotes y hasta le molestaban sobremanera sus carcajadas. Nunca le pareció tan sexy aquel pequeño lunar sobre el labio, y no entendía por qué le hacía creer a todos que antes de llegar al bufete había sido bailarina en un cabaret.
Echado sobre la cama que le vio nacer, llora desconsolado. La misma cama en que se dejaron morir primero, su madre, y ahora, su mujer.
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