EN MIS OJOS

Su cabeza se resiste, o quizá sea su soledad, a dejar de girarse en los pasos de cebra, a aceptar que ya está, que de una vez debe dejar de ser en esta historia universal, el último que olvida.

Son las tres de la tarde, una hora poco habitual para reclamos desesperados. Fue él quién descolgó el teléfono y me pidió que viniera, y tal vez el hecho de que no sea madrugada y que su cuerpo se encuentre libre de drogas y alcohol, hagan de esta llamada una toma de iniciativa más seria todavía.
Por suerte al cruzar el umbral de la puerta no reconozco oscuridad ni luz artificial. Las persianas están subidas, la habitación medianamente recogida y la cama hecha. Aún no ha guardado la maleta que ella se dejó, aquella cuya tercera esquina, la golpeada, se asoma bajo la mesa como queriéndose cubrir sabiendo que es culpable aunque nadie le haya leído su veredicto.
Sobre la librería aún en pie la cartulina de una vieja amiga, "Feliz Navidad y buen año". Ni siquiera ha tenido fuerzas para retirar de la pared las dos campanas y el calcetín de los dulces de Fin de Año. Hace tiempo que quedó atrás la Navidad, y aunque la primavera se resiste a desfilar callada y sin sobresaltos, pocos o nadie recuerdan ya que hace meses que su figura no hace sombra en este cuarto.

Su cabeza se resiste, o quizá sea su soledad, a dejar de girarse en los pasos de cebra, a esperar aunque sea, una misiva de penitencia en forma de spam, a deshacerse de los recuerdos, a aceptar que ya está, que de una vez debe dejar de ser en esta historia universal, el último que olvida.

Y mientras tratamos de entender por calles diferentes y en silencio, por qué él siendo juez y parte no ahoga su recuerdo, su juventud y su cuerpo se consumen en el cloro de la nostalgia de esta casa en alquiler, tratando de camuflar su tristeza en un viaje a Madrid, una ilusión que a mis ojos, le es imposible fingir.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Duele ver una soledad autoimpuesta, es algo así como estar de manos atadas viendo como se muere de a pocos. Te diría mi reina, sal corriendo de esa hab, pero a veces los afectos traicionan y son ellos quien . por alguna extraña razón - te exigen permanecer ahi. Insisto, si puedes, corre mi niña, corre.

Te adoro!

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