REFLEXIONES DESDE LA CASETA
El café sólo no, con leche. Calcetines de rayas, pasa de ejecutivos. Para caminar, lo mejor, no cargar con nada. Es fácil saber lo que no se quiere, otra muy diferente es, que eso no llegue a realizarse.
¿Y si la leche se acaba y no hay más en la nevera? ¿Y si en la oficina no toleran el aspecto informal? ¿O si está lloviendo a cántaros y tienes que cruzar de una punta a otra la ciudad?
Madrid se vuelve especialmente odioso los domingos, cuando le da por llorar. Oprime las calles con sus ahogos y los automóviles pierden la adherencia de sus neumáticos y colisionan contra los corazones de las muchachas. “Este autobús se va a cocheras. Fin del trayecto”. El chofer despacha de malas maneras a una pareja de ancianos, un grupo de adolescentes y una adolescente despistada. “Ahora nos harán volver a pagar, ¡podía haber avisado antes!”, el resorte gemebundo de la tercera edad salta al instante. Arranca la larga espera.
Vuelve a casa tras una larga jornada en “la caseta”, un rectángulo de 12 metros habitado por centenares de ejemplares de novela gráfica, y lo hace desorientada, y esta vez nada tienen que ver los lloros del domingo, que como un primogénito enrabietado se arrastra ahora junto a sus pies. Tremenda pataleta.
Vive atada a una relación con fecha de caducidad -15 de julio-, en la que la otra parte finalmente le confesó que no tiene intención de seguir a su lado y que además conoce a otra que está mucho más buena. Sin embargo, y muy a pesar de esto, se ve obligada a acostarse con ella cada día, a mirarle a los ojos, rozarle los labios con las yemas de mis dedos y a jadearle con cada arremetida. Esta atada a un jodido trabajo que no le gusta, al que no quiere volver, pero que no puede abandonar si quiere cobrar los míseros euros del finiquito.
Vuelve a casa tras una larga jornada en “la caseta”, un rectángulo de 12 metros habitado por centenares de ejemplares de novela gráfica, y lo hace desorientada, y esta vez nada tienen que ver los lloros del domingo, que como un primogénito enrabietado se arrastra ahora junto a sus pies. Tremenda pataleta.
Vive atada a una relación con fecha de caducidad -15 de julio-, en la que la otra parte finalmente le confesó que no tiene intención de seguir a su lado y que además conoce a otra que está mucho más buena. Sin embargo, y muy a pesar de esto, se ve obligada a acostarse con ella cada día, a mirarle a los ojos, rozarle los labios con las yemas de mis dedos y a jadearle con cada arremetida. Esta atada a un jodido trabajo que no le gusta, al que no quiere volver, pero que no puede abandonar si quiere cobrar los míseros euros del finiquito.
Es una joven sin futuro, un pez más con las agallas secas en esta maldita pecera.
Comentarios
Seguiremos en contacto.
Niña Imantada, te extrañamos!
Un beso.
Un beso enorme.