A ratos mi mirada resulta impasible, esquiva. Mis ganas de soledad, desconcertante, y la pelea interna regresa cuando personas importantes me expresan que quieren más de mí. Por mí, han gastado su paga del mes, han cocinado mi plato favorito y lo han vestido de acto fortuito después. Han adorado mi forma de reír, de pensar, mi pelo, y han rezado al santo de hazlopormiestavez , que tras ese ruido al pisar emergiera mi figura. Me han querido callada. Y parlanchina. Exigieron mi amor porque en sus labios yo era lo mejor que les había ocurrido, y así, mojando mis oídos con el manto salado de sus lágrimas acudí a millones de citas sin energía en mis zapatos, sin saber por qué había tomado ese tren dejando sobre la encimera el alimento del día. Durante años dije a todo que sí. Entregué mi tiempo y el timón de mi vida al otro y agradecí inocentemente tantísimo amor recibido. Me olvidé de mí, de que existo , ahogada por el amor que despertaba en ellos, un amor, que sen...