NO ES NO
Que un día mi cabecita efervescente se planteara intercambiar fluidos contigo no me convierte en tu polvo en la recámara. «Es como la que se pone escote y luego espera que le miren a la cara». Entiendo que debe ser realmente complicado para un hombre entender las lógicas que día a día y de manera silenciada, sufrimos especialmente esa otra mitad de la población a la que denominan «las mujeres». Habitualmente les escucho hablar sobre ese "ser extraño", que no es otra cosa que sus madres, sus parejas, sus amigas, personas cotidianas y fundamentales en sus vidas que se difuminan y pierden el rostro cuando lo que se cuestiona es su manera -injusta, casi depredadora- de relacionarse con ellas. Aquella tarde, lejos de casa, no quise jugar la baza del «aquí está mi chico, tu vecino» porque eso habría sido darle la razón. Pero me sentía tan cansada que estuve tentada a hacerlo. Los hombres deberían respetarme por lo que soy no por lo que represento dentro de este i...